jueves, 24 de septiembre de 2015

La fuerza de un pueblo

"Cuando un pueblo llega a la consciencia de libertad, se libera". Es una evidencia que todas las tiranías del mundo aprovechan la ignorancia del pueblo y la manipulación para perpetuarse. Cuando el pueblo tiranizado consigue entender que tiene el poder en sus manos y que que consigue alcanzar la categoría de libertad como derecho fundamental de todo ser humano, no hay fuerza capaz de parar su liberación. Ni las armas, ni la intimidación son capaces de impedir que un pueblo deseoso de libertad consiga su objetivo.
Lo acabamos de observar en Burkina Faso. El general Gilbert Dienderé est testigo directo de lo que un pueblo es capaz de hacer frente a la fuerza de las armas. Este general, jefe del famoso RSP (Regimiento de la Seguridad Presidencial), instrumento de represión del pueblo durante toda la dictadura de Blaise Compaoré, pensaba destituir las instituciones de la transición y salir con las suyas. Hizo el golpe de Estado, secuestró al presidente Kafando y a su primer ministro Zida, desplegó a sus militares en las calles de Ouagadougou, se auto-proclamó presidente. Pero olvidó una cosa: el pueblo burkinabés ya no es una masa que se deja guiar  ciegamente.
Hace exactamente un año, ese mismo pueblo se levantó como un solo hombre, se lanzó a las calles de Ouagadougou, hizo un grito unánime en la plaza de la revolución. Consiguió con su movilización y su clamor expulsar a uno de los dictadores más longevos de África. Blaise Compaoré quién pensaba cambiar la constitución para perpetuarse en el poder se vio sorprendido por el rechazo del mismo pueblo por el que se proclamaba apreciado. No funcionó su táctica de manipular en el nombre del pueblo. Los burkinabeses ya habían alcanzado la categoría de libertad y no aceptaban ya dejarse manipular. Compaoré huyó del país dejando sitio a un gobierno de transición.
Como si Dienderé no se hubiera asomado a la calle aquel día para ver la determinación del pueblo o no hubiera tomado la lección de la historia, pensó que podía quitar alegremente las instituciones de la transición y controlar la situación. Las malas lenguas dicen que quiso imitar al mariscal Sissi de Egipto y aparecer como el libertador del pueblo. Pues, se equivocó. Nada más proclamarse presidente, no durmió ni una sola noche. Todo el pueblo se movilizó otra vez y toda la sociedad se levantó unánimemente para rechazar esta pretensión de hablar en el nombre del pueblo sin que te haya dado mandato. Como si fuera poco, el resto del ejército se dirigió a la capital para apoyar al pueblo. Dienderé se vio acorralado. No lo quedó más remedio que liberar a los rehenes y declararse vencido. Dijo textualmente: "Ha sido un gran error hacer este golpe".
Así se acabó el que ha sido siempre el hombre fuerte, manipulador, eficaz, inteligente pero siempre en la sombra de Compaoré. Su exceso de auto-estima le llevó al fiasco. No hay más miseria que bajar de la gloria a la ruina. Algún comentarista llegó a decir que Dios sabe hacer las cosas en su debido tiempo: gracias a esta torpeza, el famoso RSP desaparecerá sin resistencia.
Enhorabuena al pueblo de Burkina Faso. 
Gaetan

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