viernes, 1 de mayo de 2015

Laurent Gbagbo investido presidente de su partido.

La crisis postelectoral de 2010 abocó en una guerra llevada a cabo por los partidarios de Alassane Ouatarra con el apoyo de Francia y los cascos azules de la ONU. El desenlace fue la detención de Laurent Gbagbo que llevaba 10 años en el poder y que se consideraba ganador de las elecciones. Posteriormente, las nuevas autoridades de Costa de Marfil le entregaron al Tribunal Internacional de la Haya donde se encuentra encarcelado a la espera de su juicio.
Desde entonces, Ouatarra es presidente de Costa de Marfil y acaba de ser proclamado candidato a las futuras elecciones de octubre de 2015 por su partido y los partidos afiliados. En el campo opuesto, se evidencia la división. El partido de Laurent Gbagbo que sigue activo en el país no consigue unanimidad sobre su estrategia después de que su presidente fuera detenido. Por un lado, Affi Nguessan convocó un congreso extraordinario que le eligieron presidente del partido FPI, descartando así a Laurent Gabgbo. Él y sus partidarios piensan que es importante presentarse a las próximas elecciones a pesar de la situación en la que se encuentra Gbagbo. La estrategia seria dejar la justicia internacional seguir su curso pero no perder el espacio político en el país. Por otro lado, los partidarios de Gbagbo, encabezados por Sebastien Dano Djédjé, creen que la mejor estrategia es mantener a Gbagbo en la presidencia del partido y exigir su liberación. Esto significa que no podrán participar en las elecciones de octubre ya que es poco probable que su candidato haya salido de la cárcel.
El resultado de estas dos tendencias dentro del FPI es la división en dos partes irreconciliables cada una con sus planteamientos y su leader. Para paliar a este problema, se recurrió a la justicia de Costa de Marfil y ésta se decantó a favor de la parte de Affi Nguessan. Sin embargo, el veredicto de la justicia no impidió a los partidarios de la otra parte organizar su congreso en Mama ayer y proclamar a Gbagbo presidente.
Si las cosas siguen así, Ouatarra no tendrá ninguna oposición temible ante él y ganará las elecciones de octubre quizá más claramente que en 2010.

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